jueves, 25 de marzo de 2010
RECORDATORIO
1.- Este sábado 27 de marzo tenemos oración en Elorrieta a las siete y media de la tarde. Os esperamos a todos y todas. Hay servicio de guardería.
2.- El domingo 28 (domingo de Ramos), no habrá celebración de la familia en Elorrieta a las once y media. Nos uniremos a la eucaristia de las doce y media en San Ignacio.
Habrá alfombra para los y las más pequeñas.
Un fin de semana intenso para acabar la cuaresma y comenzar la Semana Santa.
COMENTARIO DE PAGOLA AL EVANGELIO DEL DOMINGO DE RAMOS
José Antonio Pagola
Lucas 22,14-23,56
Según el relato evangélico, los que pasaban ante Jesús crucificado sobre la colina del Gólgota se burlaban de él y, riéndose de su impotencia, le decían: «Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz». Jesús no responde a la provocación. Su respuesta es un silencio cargado de misterio. Precisamente porque es Hijo de Dios permanecerá en la cruz hasta su muerte.
Las preguntas son inevitables: ¿Cómo es posible creer en un Dios crucificado por los hombres? ¿Nos damos cuenta de lo que estamos diciendo? ¿Qué hace Dios en una cruz? ¿Cómo puede subsistir una religión fundada en una concepción tan absurda de Dios?
Un “Dios crucificado” constituye una revolución y un escándalo que nos obliga a cuestionar todas las ideas que los humanos nos hacemos de un Dios al que supuestamente conocemos. El Crucificado no tiene el rostro ni los rasgos que las religiones atribuyen al Ser Supremo.
El “Dios crucificado” no es un ser omnipotente y majestuoso, inmutable y feliz, ajeno al sufrimiento de los humanos, sino un Dios impotente y humillado que sufre con nosotros el dolor, la angustia y hasta la misma muerte. Con la Cruz, o termina nuestra fe en Dios, o nos abrimos a una comprensión nueva y sorprendente de un Dios que, encarnado en nuestro sufrimiento, nos ama de manera increíble.
Ante el Crucificado empezamos a intuir que Dios, en su último misterio, es alguien que sufre con nosotros. Nuestra miseria le afecta. Nuestro sufrimiento le salpica. No existe un Dios cuya vida transcurre, por decirlo así, al margen de nuestras penas, lágrimas y desgracias. Él está en todos los Calvarios de nuestro mundo.
Este “Dios crucificado” no permite una fe frívola y egoísta en un Dios omnipotente al servicio de nuestros caprichos y pretensiones. Este Dios nos pone mirando hacia el sufrimiento, el abandono y el desamparo de tantas víctimas de la injusticia y de las desgracias. Con este Dios nos encontramos cuando nos acercamos al sufrimiento de cualquier crucificado.
Los cristianos seguimos dando toda clase de rodeos para no toparnos con el “Dios crucificado”. Hemos aprendido, incluso, a levantar nuestra mirada hacia la Cruz del Señor, desviándola de los crucificados que están ante nuestros ojos. Sin embargo, la manera más auténtica de celebrar la Pasión del Señor es reavivar nuestra compasión. Sin esto, se diluye nuestra fe en el “Dios crucificado” y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al Crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes, cerca o lejos de nosotros, viven sufriendo.
martes, 23 de marzo de 2010
Evangelio del domingo de ramos.
jueves, 18 de marzo de 2010
comentario de Pagola al Evangelio del 5ª domingo de cuaresma
martes, 16 de marzo de 2010
Evangelio del domingo 21 de marzo de 2010. Quinto domingo de cuaresma
Jesús fue al monte de los Olivos.
Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él.
Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra". E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?". Ella le respondió: "Nadie, Señor". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".
lunes, 15 de marzo de 2010
ORACION SÁBADO 27 DE MARZO
El sábado 27 de marzo (el día antes del domingo de Ramos), tendremos una oración en la Parroquia de Elorrieta.
Será a las siete de la tarde y habrá servicio de guardería (más facilidades no nos pueden dar). Esperemos que en esta ocasión estemos por lo menos tantas personas como en otras ocasiones (a ser posible más), ya que la experiencia es muy buena.
Después de la oración tendremos una pequeña merienda (unas galletitas y un vino). Esperamos que podáis venir.
El próximo domingo NO HAY celebración en Elorrieta a las 11:30
CELEBRACIÓN DEL DOMINGO 14 DE MARZO DE 2010
Comenzó Jose la celebración haciendo un repaso de los tres domingos anteriores (los sentidos que habíamos trabajado y los evangelios que se habían leído".
"Había una vez una mano. Era una mano normal, pero un día el dedo pulgar decidió que estaba harto de ir siempre pegado a los otros dedos, de hacer siempre lo mismo y optó por separarse.
Al principio todo iba muy bien. Era verano y como iba muy separado de los otros dedos, no notaba tanto el sudor, le daba el aire. Estaba feliz.
Sin embargo paso el tiempo, llegó el invierno y con él el frío. El dueño de la mano comenzó a meter las manos en los bolsillos y el dedo pulgar, tan separado iba de los otros dedos, no entraba. Siempre se quedaba fuera y tenía frío, mucho frío.
Un día se dió cuenta de que así no podía seguir y decidió hablar con el resto de la mano y pidiéndoles perdón intentar convencerles para que le dejaran volver. Eso hizo, y el resto de los dedos se juntaron y dijeron: "todos nos podemos equivocar, vamos a permitirle volver. Él también es parte de la mano". Y así fue, volvieron a ser una mano normal y hasta se pudieron poner guantes."
Otro articulo sobre Pagola
CARMEN ILABACA HORMÁZABAL, ccbilabaca@hotmail.com
CHILE.
<http://www.eclesalia.net/> ECLESALIA, 05/03/10.- ¿Tienen la hojita de
Pagola?, así se refería una señora integrante del equipo que estaba
preparando la liturgia dominical... obviamente ella se estaba refiriendo a
la reflexión dominical que el P. Pagola hace del Evangelio.
Esto me lleva a reflexionar: tanta discusión, tantos vistos buenos que se
dan y después se cambia de parecer... es que esto no es así... sino que es
allá... discusiones torpes e ineficientes que no conducen a la paz y a la
evangelización en este Jesús tan querido por muchos y tan manipulado por
muchos, también.
Qué es más evagelizador, decir: te autorizo la publicación de acuerdo al
código equis, párrafo tanto, hoja ene... o, decir: ¡Tienen la hojita de
Pagola!
La comunidad eclesial en la cual participamos junto a mi esposo, entiende la
escritura con los comentarios tan aterrizados “de Pagola”. Yo siento que no
vale la pena discutir la historicidad de una persona, sino el bien que este
ser le hace al ser humano.
Los “jefes católicos”, año tras año, década tras década, siglo tras siglo se
han quedado en la espiritualización de Jesús y no en la espiritualidad de
Jesús; dos cosas muy distintas. Es muy diferente la hinchazón a la
gordura... ¡sí! muy distintos, pero en el concepto visual se ven “como
iguales”.
La espiritualización la vive una mujer en que durante años le ha rezado al
Señor, para que su esposo no la castigue más... cuatro años rezando y ella
cuatro años recibiendo golpes. Recuerdo que un sacerdote le decía a una
mujer golpeada: “haz como dice Pablo: “... tu asistencia al templo
evangelizará a tu marido...”, y la mujer con lágrimas en los ojos,
respondía: sí, eso hago, pero parece que Él no me escucha...” y el cura,
insistía: ¡“siga rezando... siga rezando”!. Espiritualización en la médula
de los huesos... así se ha “enseñado” durante siglos.
Una profunda espiritualidad en Jesús, es decir, vivir en el espíritu de
Jesús, es otra cosa muy distinta. Ante la misma situación, Jesús habría
actuado parecido a como actuó en las afuera del templo junto a los
mercaderes: ¡Ya basta de golpear a la mujer... basta! ¡Y, tú, mujer, deja a
este hombre y sé feliz!
Jesús nos acoge y protege... Jesús nos ama... Jesús no es castigador...
Jesús es el Señor de la Paz... esto nos ha enseñado siempre Jesús y lo hemos
meditado con las reflexiones de Pagola y así la pequeña comunidad se
refuerza en el amor de Dios con la espiritualidad en Jesús. El pueblo de
Dios, olvidado en los grandes salones eclesiásticos, entiende la Palabra y
se deja amar por Dios a través del P. Pagola. ¿Entonces? ¿Alguien entiende
algo...?
Todas las semanas les llevo el Evangelio de Jesús reflexionado por Pagola a
las señoras de la comunidad y el pueblo alaba y se regocija en este Jesús
que nos ama profundamente. Y gracias a quién... “¡a la hojita de
Pagola...!”, decía la señora Rosita.
Ánimo, padre, yo no lo conozco personalmente, pero sí reconozco que usted me
ha enseñado a dejarme regalonear profundamente en Dios, a través de sus
escritos. ¡Qué es mejor la espiritualización en Jesús o la espiritualidad en
Jesús! (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus
artículos, indicando su procedencia).
Cariñosamente, Carmen.
miércoles, 10 de marzo de 2010
Comentario de Pagola al Evangelio del Hijo Pródigo
El perdon de Dios
Comentario al evangelio · Domingo 4ª semana de cuaresma · 14 de marzo · Por José Antonio Pagola (años anteriores).
Se ha afirmado repetidamente que el hombre moderno está perdiendo la conciencia de pecado. Lo que no se dice es que, al mismo tiempo, está perdiendo también la experiencia de sentirse perdonado por Dios, y quien desconoce el perdón de Dios se ve privado de una fuerza incomparable para reconciliarse con su pasado e iniciar una etapa nueva en su vida.
Son varios los obstáculos que pueden impedir a la persona abrirse al perdón de Dios. Hay quienes no sienten necesidad de perdón alguno pues viven de manera irresponsable o con corazón endurecido. En todo caso, si han cometido algún error o han actuado mal, no necesitan de Dios para resolver sus problemas.
Hay otros que se sienten indignos de ser perdonados: «Es muy grave lo que he hecho; nadie podrá perdonarme» Piensan que su pecado es más poderoso que el amor infinito de Dios. Oprimidos por el peso de la culpa, se cierran a toda esperanza. Hay también quienes no se perdonan a sí mismos. Viven obsesionados por oscuros recuerdos y remordimientos inútiles. Nunca podrán sentirse purificados.
Recibir el perdón de Dios es un acto de fe que se ha de cuidar bien. No consiste en una reflexión intelectual. No se trata tampoco de «sentir» el perdón durante unos momentos para sumergirse de nuevo rápidamente en la vida. Acoger el perdón de Dios requiere tiempo y recogimiento para gustar su misericordia, interiorizar en nosotros su bondad y experimentar agradecidos su acción renovadora.
El perdón de Dios no consiste simplemente en que Dios «olvida» nuestro pecado o «no lo tiene en cuenta». Dios no es como nosotros. Para Dios perdonar es «quitar el pecado», hacerlo desaparecer, devolver la inocencia. El perdón de Dios es perdón total y absoluto, gracia que regenera, nuevo comienzo de todo, seguridad y paz íntima.
Es conmovedor escuchar la experiencia del gran escritor francés F. Mauriac cuando descubrió por fin al Dios del perdón: «Frente al baremo de pecados, frente a las tarifas fijadas con minuciosidad farisaica, resonaban en mí las cinco palabras que, en el Evangelio, bastan para borrar todas las miserias y todas las vergüenzas de una pobre vida: hijo, tus pecados quedan perdonados.»
La inolvidable parábola del «Padre bondadoso» (Lc 15, 11-32) nos describe de modo admirable y conmovedor el perdón de Dios.
No lo olvidemos. Frente a las condenas de los demás, frente al remordimiento y los reproches de nosotros mismos, en Dios siempre encontramos la misma actitud de comprensión y de perdón sin límites.
martes, 9 de marzo de 2010
Evangelio del 14 de marzo de 2010. 4º domingo de cuaresma
lunes, 8 de marzo de 2010
Nieve en Bilbao
Celebración del domingo 7 de marzo de 2010 Tercer domingo de cuaresma
Toda la gente de su pueblo le decía que estaba cometiendo un error, ya que el anacardo era un árbol que tardaba mucho en crecer y dar frutos y que no iba a llegar nunca a probar los anacardos de su árbol. A él no le importó y les dijo: "Yo también he comido frutos de los árboles que otras personas plantaron".
Al pasar los años, el señor murió y el árbol siguió creciendo. Mucho tiempo despues, vino un invierno muy frío en aquel pueblo, y los árboles de las casas de alrededor se helaron y no dieron fruto, pero el anacardo, fuerte y robusto si lo dio.
Gracias a aquel hombre que decidió tener paciencia y generosidad para plantar, regar y cuidar frutos que no iba a ver, otras personas tuvieron alimento en los malos momentos.
Se leyó el Evangelio y cantamos: "Tú palabra Señor".
Javi nos habló de los frutos que debemos y podemos dar como cristianos y cristianas. Hizó hincapíe en Dios como cuidador de esos árboles que gracias a esos mimos y cuidados, crecen y dan fruto.
Luego se repartieron unos "higos" de papel (muy aparentes, por cierto). Se trataba de escribir en ellos un fruto que quisieramos dar esta semana (silencio interior, oración, comprensión, etc...) y comprometernos a ello pegándolos en el árbol de corcho (el que el año pasado nos prestaron los de Sanfe y que nunca devolvimos -gracias de nuevo, por cierto-). El árbol acabó rebosante de higos.
Luego se siguió con el ritmo normal de la eucaristia.
Al final recordamos algunos de los frutos que van saliendo de esa comunidad (la grande que es la Unidad Pastoral y la pequeña que nos juntamos los domingos en Elorrieta), como son los más de 2000 euros recaudados con las pulseras parroquiales (para las obras de la Parroquia de San Ignacio), o los casi 400 euros para Elisabeth (la muchacha de Tanzania a la que apoyamos en los estudios de secundaria). También se recordó el rastrillo que tendrá lugar en mayo.
Acabamos la celebración cantando Gracias.
domingo, 7 de marzo de 2010
Amistad
jueves, 4 de marzo de 2010
Articulo sobre la retirada del libro de Pagola
La editorial PPC ha pedido a las librerías diocesanas y religiosas de España que devuelvan los ejemplares de la novena edición del libro 'Jesús. Aproximación histórica», del teólogo guipuzcoano José Antonio Pagola, perseguida desde hace casi tres años por los sectores más conservadores de la Iglesia. Se trata de la versión corregida del ex vicario de José María Setién, que contaba con el aval de Juan María Uriarte, lo que supone un nuevo varapalo al obispo emérito de San Sebastián y un aviso para navegantes en la teología progresista.
La última versión de la polémica obra, de la que se han vendido más de 60.000 ejemplares, llegó al mercado el pasado diciembre, una vez que ya se había anunciado, el 21 de noviembre, el nombre del sustituto de monseñor Uriarte al frente de la diócesis guipuzcoana. El libro revisado había permanecido en los almacenes de PPC durante meses tras los ataques recibidos, pero una vez resuelto el relevo de Uriarte, la editorial lo envió a las librerías.
PPC habría recibido fuertes presiones por parte de poderes eclesiásticos oficiales para retirar la obra, que sí se había distribuido en Argentina, y traducida al catalán (Editorial Claret) y euskera (Idatz). Las indicaciones habrían venido de la cúpula episcopal, según la agencia de noticias Infocatólica, para evitar una intervención directa del Vaticano. PPC pertenece al grupo SM, impulsado en los años cuarenta por la familia marianista, con un fuerte liderazgo en España y una potente implantación internacional, sobre todo en Latinoamérica. El grupo ha sido valiente en la publicación de obras que no han gustado al núcleo más conservador del Episcopado español.
Uriarte se convirtió en uno de los más firmes defensores de Pagola, a quien le une una gran amistad, cuando su libro, convertido ya en un auténtico betseller, comenzó a ser cuestionado en algunos círculos eclesiales. El primer ataque serio vino de la mano del obispo de Tarazona, Demetrio Fernández, que acusó a Pagola de «hereje» y «arriano» y de presentar un Jesús «que no es el de la Iglesia». Le siguió un duro dictamen de José Rico García Pavés, director del secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, que acusó al teólogo vasco de presentar a un Jesús «irreconocible».
El propio Pagola salió al paso de las críticas con un extenso escrito en el que aseguraba sentirse «perseguido» por algunos sectores de la Iglesia que «quieren acallar mi voz y apagarla». En sólo seis meses la obra conoció ocho ediciones y vendió más de 35.000 ejemplares, algo insólito para una publicación religiosa de este tipo.
Uriarte se reunió con Pagola para convencerle de la necesidad de algunos «retoques» en la obra para zanjar el asunto. El autor accedió y presentó un nuevo manuscrito. El texto fue sometido por el entonces obispo de San Sebastián a una comisión cualificada, integrada por dos reconocidos teólogos y un obispo-teólogo, que elaboraron un peritaje. Con tales argumentos, monseñor Uriarte hizo suyo el 'Nihil obstat' (Nada que objetar) y emitió un decreto personal, un 'Imprimatur', con el que bendecía la obra.
De acuerdo con la información de algunas fuentes, el aval de Uriarte no gustó en Roma. Tampoco en Madrid, en la Conferencia Episcopal. Uriarte, posiblemente con información de lo que se cocía en algunos despachos del Episcopado, se adelantó e informó de su 'Nihil obstat' el 18 de junio de 2008. Las presiones para la retirada del libro se producen tras la toma de posesión de José Ignacio Munilla en San Sebastián.
Comentario de Pagola al tercer domingo de cuaresma
Unos desconocidos le comunican a Jesús la noticia de la horrible matanza de unos galileos en el recinto sagrado del templo. El autor ha sido, una vez más, Pilato. Lo que más los horroriza es que la sangre de aquellos hombres se haya mezclado con la sangre de los animales que estaban ofreciendo a Dios.
No sabemos por qué acuden a Jesús. ¿Desean que se solidarice con las víctimas? ¿Quieren que les explique qué horrendo pecado han podido cometer para merecer una muerte tan ignominiosa? Y si no han pecado, ¿por qué Dios ha permitido aquella muerte sacrílega en su propio templo?
Jesús responde recordando otro acontecimiento dramático ocurrido en Jerusalén: la muerte de dieciocho personas aplastadas por la caída de un torreón de la muralla cercana a la piscina de Siloé. Pues bien, de ambos sucesos hace Jesús la misma afirmación: las víctimas no eran más pecadores que los demás. Y termina su intervención con la misma advertencia: «si no os convertís, todos pereceréis».
La respuesta de Jesús hace pensar. Antes que nada, rechaza la creencia tradicional de que las desgracias son un castigo de Dios. Jesús no piensa en un Dios “justiciero” que va castigando a sus hijos e hijas repartiendo aquí o allá enfermedades, accidentes o desgracias, como respuesta a sus pecados.
Después, cambia la perspectiva del planteamiento. No se detiene en elucubraciones teóricas sobre el origen último de las desgracias, hablando de la culpa de las víctimas o de la voluntad de Dios. Vuelve su mirada hacia los presentes y los enfrenta consigo mismos: han de escuchar en estos acontecimientos la llamada de Dios a la conversión y al cambio de vida.
Todavía vivimos estremecidos por el trágico terremoto de Haití. ¿Cómo leer esta tragedia desde la actitud de Jesús? Ciertamente, lo primero no es preguntarnos dónde está Dios, sino dónde estamos nosotros. La pregunta que puede encaminarnos hacia una conversión no es “¿por qué permite Dios esta horrible desgracia?”, sino “¿cómo consentimos nosotros que tantos seres humanos vivan en la miseria, tan indefensos ante la fuerza de la naturaleza?”.
Al Dios crucificado no lo encontraremos pidiéndole cuentas a una divinidad lejana, sino identificándonos con las víctimas. No lo descubriremos protestando de su indiferencia o negando su existencia, sino colaborando de mil formas por mitigar el dolor en Haití y en el mundo entero. Entonces, tal vez, intuiremos entre luces y sombras que Dios está en las víctimas, defendiendo su dignidad eterna, y en los que luchan contra el mal, alentando su combate.