LA FUERZA DEL EVANGELIO
José Antonio Pagola
El
episodio de una pesca sorprendente e inesperada en el lago de Galilea ha sido
redactado por el evangelista Lucas para infundir aliento a la Iglesia cuando
experimenta que todos sus esfuerzos por comunicar su mensaje fracasan. Lo que
se nos dice es muy claro: hemos de poner nuestra esperanza en la fuerza y el
atractivo del Evangelio.
El
relato comienza con una escena insólita. Jesús está de pie a orillas del lago,
y "la
gente se va agolpando a su alrededor para oír la Palabra de Dios".
No vienen movidos por la curiosidad. No se acercan para ver prodigios. Solo
quieren escuchar de Jesús la Palabra de Dios.
No es
sábado. No están congregados en la cercana sinagoga de Cafarnaún para oír las
lecturas que se leen al pueblo a lo largo del año. No han subido a Jerusalén a
escuchar a los sacerdotes del Templo. Lo que les atrae tanto es el Evangelio
del Profeta Jesús, rechazado por los vecinos de Nazaret.
También
la escena de la pesca es insólita. Cuando de noche, en el tiempo más favorable
para pescar, Pedro y sus compañeros trabajan por su cuenta, no obtienen
resultado alguno. Cuando, ya de día, echan las redes confiando solo en la
Palabra de Jesús que orienta su trabajo, se produce una pesca abundante, en
contra de todas sus expectativas.
En el
trasfondo de los datos que hacen cada vez más patente la crisis del
cristianismo entre nosotros, hay un hecho innegable: la Iglesia está perdiendo
de modo imparable el poder de atracción y la credibilidad que tenía hace solo
unos años.
Los
cristianos venimos experimentando que nuestra capacidad para transmitir la fe a
las nuevas generaciones es cada vez menor. No han faltado esfuerzos e
iniciativas. Pero, al parecer, no se trata solo ni primordialmente de inventar
nuevas estrategias.
Ha
llegado el momento de recordar que en el Evangelio de Jesús hay una fuerza de
atracción que no hay en nosotros. Esta es la pregunta más decisiva: ¿Seguimos
"haciendo cosas" desde un Iglesia que va perdiendo atractivo y
credibilidad, o ponemos todas nuestras energías en recuperar el Evangelio como
la única fuerza capaz de engendrar fe en los hombres y mujeres de hoy?
¿No
hemos de poner el Evangelio en el primer plano de todo? Lo más importante en
estos momentos críticos no son las doctrinas elaboradas a lo largo de los
siglos, sino la vida y la persona de Jesús. Lo decisivo no es que la gente
venga a tomar parte en nuestras cosas sino que puedan entrar en contacto con
él. La fe cristiana solo se despierta cuando las personas descubren el fuego de
Jesús.
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