ABRIR
CAMINOS NUEVOS
José Antonio Pagola
Los primeros
cristianos vieron en la actuación del Bautista al profeta que preparó
decisivamente el camino a Jesús. Por eso, a lo largo de los siglos, el Bautista
se ha convertido en una llamada que nos sigue urgiendo a preparar caminos que
nos permitan acoger a Jesús entre nosotros.
Lucas ha resumido
su mensaje con este grito tomado del profeta Isaías: "Preparad el camino del Señor". ¿Cómo escuchar ese
grito en la Iglesia de hoy? ¿Cómo abrir
caminos para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo podamos encontrarnos
con él? ¿Cómo acogerlo en nuestras comunidades?
Lo primero es
tomar conciencia de que necesitamos un contacto mucho más vivo con su persona.
No es posible alimentarse solo de doctrina religiosa. No es posible seguir a un
Jesús convertido en una sublime abstracción. Necesitamos sintonizar vitalmente
con él, dejarnos atraer por su estilo de vida, contagiarnos de su pasión por
Dios y por el ser humano.
En medio del
"desierto espiritual" de la sociedad moderna, hemos de entender y
configurar la comunidad cristiana como un lugar donde se acoge el Evangelio de
Jesús. Vivir la experiencia de reunirnos creyentes, menos creyentes, poco
creyentes e, incluso, no creyentes, en torno al relato evangélico de Jesús.
Darle a él la oportunidad de que penetre con su fuerza humanizadora en nuestros
problemas, crisis, miedos y esperanzas.
No lo hemos de
olvidar. En los evangelios no aprendemos doctrina académica sobre Jesús,
destinada inevitablemente a envejecer a lo largo de los siglos. Aprendemos un
estilo de vivir realizable en todos los tiempos y en todas las culturas: el
estilo de vivir de Jesús. La doctrina no toca el corazón, no convierte ni
enamora. Jesús sí.
La experiencia
directa e inmediata con el relato evangélico nos hace nacer a una fe nueva, no
por vía de "adoctrinamiento" o de "aprendizaje teórico",
sino por el contacto vital con Jesús. Él nos enseña a vivir la fe, no por
obligación sino por atracción. Nos hace vivir la vida cristiana, no como deber
sino como contagio. En contacto con el evangelio recuperamos nuestra verdadera
identidad de seguidores de Jesús.
Recorriendo los
evangelios experimentamos que la presencia invisible y silenciosa del
Resucitado adquiere rasgos humanos y recobra voz concreta. De pronto todo
cambia: podemos vivir acompañados por Alguien que pone sentido, verdad y
esperanza en nuestra existencia. El secreto de la "nueva
evangelización" consiste en ponernos en contacto directo e inmediato con
Jesús. Sin él no es posible engendrar una fe nueva.
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