Nada irritaba más a Jesús que ver a los maestros de la ley buscando honor, veneración y prestigio, mientras arruinaban a las viudas que no tienen a un esposo que las defienda. Y nada le daba más alegría que ver como gentes pobres, como aquella viuda del templo, eran capaces de desprenderse de “lo que tienen para su sustento”, para ayudar a otros más pobres. No nos engañemos. Hay muchas maneras falsas y engañosas de vivir la religión. Para Jesús lo decisivo es ver si somos generosos con los necesitados.
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