martes, 29 de diciembre de 2009

Evangelio del domingo 3 de enero de 2009


1En el principio y existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
2La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
3Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
4En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
5La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
6Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
7éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
8No era él la luz, sino testigo de la luz.
9La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
10Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
11Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
13Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
14Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
15Juan da testimonio de él y grita diciendo: - Éste es de quien dije: «El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo».
16Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: 17porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
18A Dios nadie lo ha visto jamás: El Hijo único, que está en el seno del Padre es quien lo ha dado a conocer.

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