jueves, 6 de mayo de 2010

CUENTO DE LA OVEJA MARGARITA


Con retraso, pero aquí está el cuento de la oveja Margarita que se usó en la celebración del 25 de abril. Lo ha escrito Martín.


Érase una vez un pastor que tenía un enorme y precioso rebaño de ovejas. Había ovejas de todas clases y colores, con mucha lana, con poca lana, blancas, negras, con manchas, gorditas, delgaditas. El pastor estaba orgulloso de sus ovejas, y ellas estaban encantadas de tener un pastor que siempre les hablaba con cariño, que les buscaba los mejores pastos, que cuando venía el lobo les avisaba siempre, o cuando iba a haber tormenta les decía: “ venir todas, que nos vamos a refugiar en este sitio “, así que las ovejas estaban encantadas, porque las trataba como a princesas y se sentían a gusto y protegidas.
Un buen día nació una oveja preciosa en el rebaño, regordeta, toda llenita de lana, y blanquita con manchas negras, todo el rebaño y el pastor estaban encantadas con ella. Decidieron llamarla Margarita. Margarita fue creciendo y creciendo y empezó a ser más y más desobediente, no escuchaba al pastor, hacía lo que le daba la gana y siempre estaba metida en problemas.
Las ovejas estaban ya muy hartas y decidieron convocar una reunión para ver que hacían con la buena de Margarita. ¿Qué hacemos con esta oveja? Dijeron. Unas decían: “hay que echarla del rebaño, porque es una desobediente, nunca escucha al pastor y siempre nos está metiendo en problemas… “otras decían: “ hay que castigarla, y la tenemos que dejar sola, a ver si así aprende a escuchar y obedecer”, y así una por una , fueron dando su opinión, hasta que le llegó el turno a la oveja más anciana del rebaño, una oveja muy sabia y muy respetada por todas las demás, y ésta dijo: Margarita no es mala ni desobediente, lo que pasa es que no puede escuchar la voz del pastor, porque tiene tapones en los oídos, ya veréis, llamarla. Así que fueron a buscar a Margarita, y la anciana oveja empezó a sacra cosas de los oídos de Margarita, ¿y sabéis que sacó? Pues un poquito de resentimiento, un poquito de falta de perdón, un poquito de egoísmo, un poquito de orgullo…. Todo eso había hecho tal tapón en los oídos de Margarita, que le era imposible escuchar la voz de su pastor. Y desde ese día Margarita se sintió libre, querida y protegida por su pastor, porque ya posdía escuchar su voz.

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