miércoles, 23 de marzo de 2011

Celebración del domingo 20 de marzo de 2011

Estaba esperando para publicar esta entrada al vídeo que Karina hizo al final, pero como no me lo manda¡¡...pues la publico y cuando lo reciba lo incluiré (no le echaré la bronca ya que yo debo un montón de copias de fotos y aún no las he hecho).

Era sobre el Evangelio de la Transfiguración (vamos, el fácil) y Nieves lo capeó con mucha dignidad. Se quería hacer hincapié en la oración y en como oír no es  lo mismo que escuchar y para escuchar hay que tener actitud de escucha y hay que estar atento. Esta vez vamos a decir que los y las que más participaron fueron los y las peques. Los bancos de atrás (y por supuesto quienes los ocupaban estuvieron en esta ocasión un poquito dormidos - o tal vez nos tocaba estar reflexivos-.

Reconozco que hubo un momento de la celebración en el que casi tengo que contener la risa...lo confieso aquí en privado. Nieves contó un chiste para hacernos ver la diferencia entre oir y escuchar. El chiste era de un herrero que tenía un perezoso ayudante al que daba muchas oportunidades pero que no acababa de estar atento a nada. Un buen día el herrero le dijo: "he metido la barra de hierro al fuego, cuando esté lista para poderse trabajar yo te haré un gesto con la cabeza y tú le darás con todas tus fuerzas con el martillo". Al día siguiente el pueblo estaba de funeral por el herrero. Había muerto de un fuerte golpe de martillo en la cabeza.Tras contar el chiste y recalcar la importancia de escuchar y no de oir, Nieves pidió un par de minutos de silencio y yo no pude evitar pensar: "por el herrero". En fin, me tapé la cara en actitud totalmente reflexiva, un lapsus lo tiene cualquiera (pero entendí el mensaje perfectamente, eh Nieves).

Nos han quedado deberes para esta semana, un rato de oración. Si es a diario mejor, pero una oración de escucha, de silencio.

Al final de la celebración y al cantar las mañanitas a los y las cumpleañeras (que en esta semana eran Txema, Nerea y Ainara- una chiquitina que había venido con otras dos peques (no sé si hermanas, primas o amigas) que con una ilusión tremenda habían pedido al inicio de la celebración que, por favor, le cantaramos a la niña-), hicimos que Txema dejase la guitarra (por una vez y sin que sirva de precedente) y recibiese la felicitación en forma de canción y  de empanada (habéis leído bien, empanada que entra mejor al mediodia que la tarta) con velas. Se emocionó un poquito (cosa que no pudo sino alegrarme ya que me sentí muy acompañada en mi figura de plañidera -que por cierto el otro día me dijeron que antes se pagaba por que fuesen tras el muerto en los funerales y yo aquí, desperdiciando mi talento-).

Gracias Nieves por la celebración y me gustó mucho la lectura que me diste para leer al final. Me hizo pensar mucho sobre la oración. Realmente lo importante es que llegue, pero cuesta darse cuenta.

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